sábado, 25 de abril de 2015

La vida en un instante

Aún hay gente que se quiere.

Sin más.

No gente que se casa o que toma le hábito de decir "te quiero" como quien toma un café cada mañana, sino personas que se saben completas junto a otro ser.

Podía haber sido en cualquier otra situación, pero hoy he sido testigo de ese amor durante la celebración de una boda en la que no era parte ni invitado, sólo era anfitrión.

En la cena se percibía alegría, amor y cariño, pero algo era especial: la novia. Contenta, sonriente, guapa y enamorada. Todo ello ya era mucho, pero poco en comparación al momento de magia. Después de unas palabras escritas y meditadas en las que agradecía tanto a tantos, incluido el ya su marido, y con los sentimientos a flor de piel, regaló un abrazo a sus padres. Y por unos segundos padres e hija fueron seres completos.

Una vida resumida en un abrazo sincero, emocionado, sin limites. Una vida en un instante.

viernes, 10 de abril de 2015

El tipo del espejo

Iba a empezar este post diciendo que mucho ha llovido desde la última vez, pero si tenemos en cuenta que vivo en España y en los tres últimos años (pese a lo que ha pasado en los últimos meses) ha llovido lo justito, mejor me lo guardo.

El motivo de la ausencia ha sido el desencanto. A nivel personal he tenido importantes cambios y algunos muy positivos, pero a la hora de escribir sólo me venían a la mente temas de corrupción, violencia, violación de derechos humanos y demás lindezas de los que nos han saciado las televisiones, periódicos y redes sociales...y que no está mal abordarlos desde diferentes perspectivas, pero la idea inicial del blog no era volcarme en la crítica amarga y amargada, sino ofrecer un escape de temas curiosos, noticias sorprendentes, recomendaciones y relatos. Vamos, una mezcla bien variopinta.

Dicho esto y acabadas las justificaciones, vuelvo a por mis fueros: una racioncita de relato corto o mejor dicho, microrelato. Espero que me sirva para retomar el camino:


El Tipo del Espejo


El tipo del espejo no le gustaba. Siempre tenía ese gesto torcido,  ruin y amargado. No, no le gustaba ese tipo.
Una mañana decidió hablar con él. Quería decirle que la vida es algo más que angustias y batallas, que podía encontrar sonrisas y placeres, que dependía de él y que no era tan difícil cambiar. 
Volvió al espejo, le miró a los ojos y justo antes de emitir ningún sonido le interrumpió la enfermera: "doctor, le esperan en la sala de conferencias".  
De nuevo a solas se dirigió a la puerta y el espejo espetó: "te veo luego, psiquiatra".