jueves, 6 de octubre de 2011

Lo importante de la vida


Esta mañana hemos amanecido con la noticia de la muerte de Steve Jobs. 

En realidad algo así quizá no debería ser noticia, porque todos los días mueren miles y miles de personas en todo el mundo. Sin embargo, en los últimos años el tipo ha pasado a ser alguien cercano, casi familiar, incluso para muchos de los que no somos fans acérrimos de los productos Apple.

Su marcha hace que diversas facetas empresariales merezcan ser analizadas: cómo evolucionará a partir de ahora Apple, qué inventos habrá dejado bajo llave el sr. Jobs y si alguno saldrá a la luz, cómo repercutirá ésto en las bolsas mundiales, ya bastante castigadas con la puñetera crisis...

Lo cierto es que nada de eso me importa hoy demasiado. Lo que me intriga son cuestiones más personales del individuo. No es que yo le haya seguido mucho, pero como decía antes Steve Jobs consiguió transformarse en una cara conocida a nivel mundial sin necesidad de ser modelo, futbolista o jugador de la NBA. Lo hizo por tener una mente brillante y ser capaz de transformar ideas en realidades.


Tengo curiosidad por saber qué hacía en su tiempo libre una persona con una fortuna espectacular, pero enferma; por saber si sus metas vitales se han visto satisfechas  o si se ha quedado a mitad de camino; si, en definitiva, ha hecho realmente de sus 56 años lo que ha querido o simplemente era fachada.

Obviamente, me quedaré con mis dudas, pero opto por creer que sí estaba convencido de que el camino a la satisfacción, a la calidad profesional y personal, era sentirse bien con lo que haces y querer superarte cada día.

Os dejo abajo una frase que quizá explique por qué este hombre hace que quiera saber más cosas de él. Lamentablemente, y como en tantas ocasiones sucede, se ha ido pronto.


"Cuando tenía 17 años, leí una cita que decía algo como: “Si vives cada día como si fuera el último, algún día sin duda estarás en lo cierto”. Causó una honda impresión en mí, y desde entonces, por los últimos 33 años, me he mirado en el espejo cada mañana y me pregunto: “Si hoy fuera el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?” Y si la respuesta es no por demasiados días seguidos, sé que necesito cambiar algo".

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